Una joven urbanita y profesora (de la universidad de Madrid y no de la de Miskatonic) se marcha a vivir a una pequeña finca agrícola en el Levante español como forma de superar una ruptura sentimental y el malestar psicológico y la dependencia de los fármacos que arrastra. Se adapta bien a la nueva existencia en la alquería rodeada de acequias y marismas (a lo Gabi Martínez en el delta), cultivando su huerta y reinventándose, pese a que está junto a un pantano siniestro y la rodean unos vecinos a cuál más extraño (por no hablar de Mao, el gato psicopompo). Esa comunidad de regantes, que incluye lo que parece una secta ocultista, un brujo ruso en pos de un grimorio, un veterinario loco obsesionado con la explosión de Tunguska y un apicultor guapo, alberga oscuros secretos y pronto queda claro que lo peor que acecha a la chica, la narradora, no está dentro de ella (¿o sí?).
https://ift.tt/JcsxAi0
0 Comentarios